Sabemos que Manuel Belgrano era de naturaleza enfermiza. Su frágil salud y numerosas enfermedades fueron causa de una muerte temprana. Entre ellas menciono:
1) Afecciones broncopulmonares. El prócer padecía de Mal de Bright que, entre otros síntomas, daba falta de aire y edemas marcados en el caso de los miembros inferiores, de manera que cualquier padecimiento que impidiera un paso fluido de aire a los pulmones lo hacía sentir mal.
2) Paludismo. También denominado por Belgrano como “fiebre terciana”, bajo cuyos síntomas efectuó la campaña del Altiplano, agravándosele la afección por la falta de oxígeno que reinaba en la región. Fue asistido en la oportunidad por el doctor Readhead y tratado con quina, planta oriunda de América y de notable efecto sobre esta afección.
3) Trastornos de la visión. Reconoce Belgrano su existencia al afirmar: “mis ojos están malos, pero mi voluntad hacia Usted es siempre y será la misma…”, en una misiva a Güemes. Ya a comienzos de 1817 había experimentado lo que él denomina una “fluxión a los ojos”, que interpreto como una conjuntivitis simple, que cura sin secuelas.
4) Traumatismos varios. Se menciona un fuerte golpe de caballo que aparentemente no deja mayores molestias en 1816. Un segundo hecho traumático lo sufre hacia 1818, también por la caída de un caballo, sufriendo un feroz golpe que le imposibilita la escritura, en parte por el traumatismo, en parte por la sangría que recibió por indicación médica en esa oportunidad. Este tratamiento era común en esos casos, suponiéndose que la salida de sangre aliviaba la presión en el cerebro y en las zonas afectadas. La consecuencia más frecuente era la producción de una anemia que demoraba meses en resolverse.
5) Trastornos digestivos. En 1819 Belgrano presenta vómitos y trastornos gastrointestinales, los que fueron tratados por el doctor Berdía. Esta afección agravaba el cuadro de desmejoramiento general, que presentaba un considerable edema de los miembros inferiores e insuficiencia respiratoria con gran fatiga. Así regresa a Tucumán desde Pilar, iniciando el ya corto camino hacia la muerte.
Belgrano muere el 20 de junio de 1820 a las siete de la mañana. En la autopsia, efectuada antes de embalsamar su cuerpo por los doctores Sullivan y Readhead, se determinó la existencia de una cantidad apreciable de líquido intraabdominal, denominado ascitis. El hígado se hallaba aumentado de tamaño y con proceso de cirrosis avanzada, los riñones afectados y endurecidos y el corazón agrandado. Algunos autores, entre los cuales se cuentan Molinari, Dreyer, Timparo y García Dadoni, concluyen que Belgrano padeció un carcinoma hepatocelular, con múltiples metástasis, ictericia y cirrosis concomitante.